miércoles, 6 de julio de 2011

MUJERES CRISTIANAS EN ACCION!!!


EL GOZO DE SER MUJER

En la sociedad contemporánea, las mujeres cristianas se enfrentan con dificultades para llegar a tener una
personalidad femenina formada por el carácter cristiano. ¿Cómo puede la mujer cristiana moldear su carácter de tal
forma que su femineidad no se vea alterada ni por el feminismo ni el machismo?

Pautas en la formación del carácter femenino

En la sociedad contemporánea, las mujeres cristianas se enfrentan con dificultades para llegar a tener una
personalidad femenina formada por el carácter cristiano. Las presiones recibidas por la personalidad femenina han
aumentado mucho en los últimos años. Esto se debe al hecho de que parte de la ideología del movimiento feminista
aboga por un cambio de personalidad en las mujeres (se supone que este cambio les permitirá competir más
equitativamente con los hombres). Aunque este aspecto del movimiento feminista no parece haber tenido una
aceptación universal, sí ha transformado el tema de la personalidad femenina en algo mucho más debatido.

INSEGURIDAD Y DEPENDENCIA

Principalmente, la feminidad cristiana es un problema especial para tres tipos de mujeres.

El primer tipo es el de la mujer que se caracteriza por ser muy insegura y dependiente. La mujer de esta clase ha sido
pasada por alto a menudo por los cristianos, ya que muchos consideran su tendencia hacia la sumisión, la
autodegradación y el gran deseo de ayudar a otros como equivalentes a las virtudes de caridad, humildad y el espíritu
tierno y sereno. Sin embargo, es fácil reconocer sus dificultades, pues son frecuentes en ella la infelicidad y la
insatisfacción personal, amén de tener una gran tendencia a buscar ayuda.

A pesar de esto, serán pocos los cristianos que vean estas dificultades como problemas de su carácter cristiano,
aunque su ansiedad, falta de fe, de gozo, de confianza y de fortaleza personal no sean rasgos del carácter cristiano
que le atribuyen.

MASCULINIZACIÓN

El segundo tipo de mujer para quien la feminidad cristiana es un problema especial es la masculinizada. Estas son
aquellas que han aprendido a comportarse o a reaccionar de una manera que es más apropiada para un hombre que
para una mujer. A pesar de que el desarrollo psicológico básico haya sido normal en su identificación como mujeres,
han aprendido o han sido formadas de una manera masculina. Tienden a ser más inexpresivas y más distantes en su
forma personal. A menudo son duras y agresivas, por lo que parecen mandonas. Aunque no usen ropas masculinas,
su estilo al vestirse es, generalmente, masculino. Con frecuencia tienen intereses parecidos a los de los hombres.

La mujer masculinizada tiene su paralelo en el hombre feminizado. De la misma manera, no debe confundirse
masculinización con masculinidad, mujer hombruna y lesbianismo. Masculinidad es una cualidad natural del hombre,
siendo la contrapartida de feminidad; el ser hombruna es un problema en el ajuste sicosocial femenino que
corresponde a la afeminación masculina; y el lesbianismo se refiere a la preferencia sexual de la mujer por otras
mujeres, el cual puede o no estar asociado con ser una mujer hombruna.

A veces las mujeres se masculinizan por falta de confianza en que serán aceptadas como mujeres. En otros casos, sin
embargo (y quizás sea esta la razón de mayor importancia), se masculinizan porque sienten que los roles y
actividades masculinos son tenidos por más importantes y proveen de mayor seguridad que los roles y actividades
femeninos. Frecuentemente, este sentimiento puede desarrollarse a una edad temprana.

Finalmente, hay veces en que las mujeres parecen masculinizarse debido a la experiencia de competir con hombres
en situaciones que son predominantemente masculinas en su contexto o en sus normas de vida. La mujer de carrera,
la profesional, tiene reputación ?no siempre justificada? de estar masculinizada. Así como los niños parecen
feminizarse en situaciones sociales en las que predomina el contacto con mujeres, las niñas parecen masculinizarse
en situaciones dominadas por hombres.

¿PERSONALIDAD FEMINISTA?

El tercer tipo de mujer para quien la feminidad cristiana es un problema especial es aquella cuya conciencia de sí
misma es un resultado del movimiento feminista. De acuerdo con la teoría feminista, esta mujer es una nueva
persona, formada socialmente para llegar a ser igual a los hombres. Sin embargo, los observadores, se inclinan, con
frecuencia, a ver esta «nueva persona» con mayor ira personal que las demás mujeres (frustración, resentimiento,
amargura) y a menudo con una agresividad que no es apropiada ni para un hombre ni para una mujer cristiano.
Frecuentemente, las mujeres de este tipo muestran ser extremadamente competitivas, y en especial con los hombres,
lo que indica que su nueva confianza está más basada en los logros personales (en tareas y situaciones conocidas
tradicionalmente como masculinas) que en su paz interior y su confianza en ser mujeres.

Cualquiera que sea la dinámica interna de la «nueva personalidad feminista», muchas feministas tienen un carácter
que no está formado de acuerdo con el carácter cristiano básico, tanto para hombres como para mujeres, y menos de
acuerdo con los aspectos específicos del carácter cristiano femenino.

Decir que hay defectos producidos por el feminismo en muchas mujeres no implica que las feministas estén
equivocadas en todo lo que dicen. Por ejemplo, su énfasis en la seguridad femenina tiene algo por lo cual merece ser
reconocido: Muchas veces se les ha enseñado a las mujeres a ser inseguras, y esto conduce a que sean ineficaces en
algunas de sus responsabilidades. Sin embargo, el tipo de seguridad que fomentan las feministas está basado, con
frecuencia, en la premisa de que las mujeres están tratando de salirse con la suya (una característica que nunca ha
estado ausente en las mujeres o en los hombres). Muchas veces, esta seguridad está caracterizada por el enojo y la
hostilidad.

Sin embargo, las mujeres cristianas podrían muy bien aprender a ser más agresivas, no indiscriminadamente, pero en
forma selectiva; especialmente en las situaciones en las que se lo exigen sus responsabilidades. Otro énfasis
feminista que es potencialmente valioso es el de que las mujeres controlen sus emociones y sean más firmes en la
forma en que responden a cada situación. Esta puede ser una expresión del autocontrol cristiano, aunque no debe
hacerse de manera tal que elimine la calidez tradicionalmente asociada con las mujeres cristianas.

EL VALOR DE SER MUJERES

Existe una serie de áreas cruciales que se deben tratar con éxito si se va a formar eficazmente a las mujeres para que
tengan un adecuado carácter cristiano femenino. Una de las áreas más importantes en nuestra sociedad es que las
mujeres aprendan lo valioso de ser mujer. Las mujeres se sienten ?frecuentemente? relegadas o de menor valor
porque en nuestra sociedad se valoran más los logros masculinos, y es común que se coloque a las mujeres en
situaciones en las que no hay diferencias en la manera en que se evalúa a los hombres y a las mujeres.

La situación actual es inusual, a pesar del punto de vista opuesto que presentan a menudo las feministas. Las mujeres
de otras épocas no han dado las señales de insatisfacción por el hecho de ser mujeres que manifiestan las mujeres
modernas. La mayoría de las sociedades ?no todas? han valorado y respetado a las mujeres, y han expresado esta
valoración y respeto de maneras bien específicas. Las mujeres han sido conscientes de que estaban subordinadas,
pero la subordinación ?tanto para los hombres como para las mujeres? no se experimentaba como algo degradante,
que es la manera en que se la suele considerar en la sociedad contemporánea.

Se ha producido un cambio cultural masivo en esta área, un cambio que ha producido una insatisfacción interior en
las mujeres. El entrenar a las mujeres para que compitan exitosamente con los hombres probablemente no hará más
que aumentar esta insatisfacción, en lugar de eliminarla. Sólo se eliminará esta insatisfacción cuando las mujeres
puedan experimentar que se las aprecia y valora justamente por ser mujeres, y distintas de los hombres.

LOS HOMBRES DE LOS CUALES SE PUEDE DEPENDER

Una segunda área que es crucial para la formación del carácter de las mujeres es la de la confianza. El «espíritu tierno
y apacible» que debe caracterizar a las mujeres según las Escrituras, es fruto de la confianza. En contraste, las
mujeres de hoy se caracterizan por la ansiedad. Están ansiosas por sus propias vidas y por la manera en que las
afectarán a ellas y a los demás las circunstancias de la vida. Esta ansiedad puede manifestarse por medio de mucha
agresividad y un gran deseo de imponerse ?de «hacerse valer»?, pero el problema central es la falta de confianza.

La mujer cristiana que quiere aceptar su rol como tal debe reemplazar su ansiedad y falta de confianza por la
experiencia de saber que puede depender de otras personas ?especialmente de hombres? al saber que tomarán la
responsabilidad de aquellas áreas en las que ella deposita su confianza en ellos.

EL RESPETO POR EL ROL DE LA MUJER

Nuevamente, al igual que en la formación del carácter cristiano masculino, la restauración de una estructura social
cristiana es un factor clave en la formación del carácter cristiano femenino. Las mujeres necesitan tener un rol claro,
que puedan aceptar y cumplir, y necesitan realizar tareas concretas que las hagan sentirse más seguras de sí mismas
y en cuyo desempeño sepan que se las valora por lo que están haciendo. Los demás deben respetar este rol
femenino y, en especial, los hombres. Este respeto debe ser algo que las mujeres puedan percibir. Las mujeres
deberían ser respetadas precisamente por ser mujeres.

En una situación como la de la sociedad contemporánea, en la cual se tiende a no valorar el rol de las mujeres, es
muy importante que se restauren las expresiones de respeto conectadas con los roles sociales. Desde la perspectiva
cristiana, la verdadera dignidad de las mujeres no se basa en su habilidad de hacer lo mismo que los hombres. Por el
contrario, su dignidad está basada en el valor que tienen precisamente por ser mujeres, distintas de los hombres e
igualmente valiosas en esa diferencia, haciendo contribuciones que el hombre no puede hacer.

LAS MUJERES CON LAS MUJERES

Las relaciones entre mujeres son asimismo importantes en el área de la formación del carácter cristiano femenino.
Puede ser que estas relaciones no sean tan importantes como lo son para los hombres, pero no dejan de ser
importantes. La relación madre-hija es un buen instrumento para desarrollar eficazmente la feminidad cristiana en las
niñas. Si una niña ve que su madre está contenta con el hecho de ser mujer y que quiere ser femenina, tendrá mucha
más confianza interior en el rol femenino.

También es importante que se restablezcan fuertes relaciones con otras mujeres. Las mujeres de la comunidad
deberían apoyarse entre sí y trabajar juntas con un espíritu de hermandad. Al igual que las niñas, las nuevas cristianas
desarrollan mucha más confianza en la feminidad cristiana si pertenecen a un grupo de mujeres cristianas, y si otras
mujeres cristianas que están más maduras en su fe les ayudan en su formación, tal como la exhortación de Tito 2.

FORTALEZA EMOCIONAL

Finalmente, se debe liberar a las mujeres de una excesiva dependencia emocional en los hombres. La dependencia
emocional es distinta de la dependencia social. Las mujeres dependen socialmente de los hombres cuando hay tal
interdependencia de funciones que necesitan de ellos para poder vivir o trabajar de una manera determinada. La
interdependencia social es muy importante en el correcto desempeño de los roles de los hombres y las mujeres.

El que alguien sea emocionalmente dependiente indica que esa persona necesita, en su interior, cierto tipo de apoyo
emocional para poder funcionar emocionalmente bien. Es inevitable ?y bueno a la vez ?que haya cierta dependencia
emocional. Pero cuando las relaciones son correctas deben producir una fuerza emocional que haga disminuir la
dependencia en este campo.

A menudo la mujer siente una gran dependencia emocional del hombre ?ya sea el novio, el marido o un hijo?. Las
madres tienden a aferrarse a sus hijos varones, las novias se centran emocionalmente en sus novios, y las esposas
buscan, constantemente, tener más compañerismo y atención de parte de sus maridos y se resienten cuando no lo
consiguen. Las mujeres modernas no hacen esas cosas porque lo hayan decidido conscientemente. La sociedad
occidental moderna está estructurada de tal manera que la única esperanza de tener apoyo personal que tiene la
mujer es el tener un hombre que la convierta en el centro de su vida.

Para que esta situación cambie es necesario que lo hagan primero los patrones sociales así como el punto de vista
sostenido por el medio, el cual hace que una mujer sienta que la única relación realmente satisfactoria es la relación
con un hombre que sea su hombre. Es cierto que los maridos son importantes en la vida de sus mujeres, pero una
dependencia emocional excesiva hace que a menudo sea difícil para ellos, aun para los maridos muy delicados,
satisfacer a sus mujeres. Las mujeres solteras no deberían estar constantemente concentradas en encontrar un
hombre. Si las mujeres han de lograr una feminidad cristiana confiada y responsable, necesitan tener una cierta
libertad emocional respecto de los varones.